En la era digital estamos asistiendo a un fenómeno de desapego llamado comúnmente ghosting. Consiste en ir dejando paulatinamente de hablar con alguien hasta desaparecer de sus contactos diarios. Es un fenómeno que causa bastante pesar en los jóvenes de hoy en día y que los induce a la frustracción, la desilusión y el desánimo, sobre todo cuando se habían creado falsas expectativas de una relación sentimental o de amistad. Detrás de este fenómeno hay normalmente varios factores; el no querer hacer daño o el no mostrarse como una persona descortés... el no afrontar la realidad o el no aceptar lo que dice la conciencia. Realmente el fenómeno tendría una fácil solución si las conversaciones a través de la red no fueran tan ambiguas y la sinceridad se impusiera ante todo lo demás. También, habitualmente, este tipo de reacción se da ante la incertidumbre, la duda o el no saber qué hacer por una persona que siente algo por alguien pero cree que no le conviene ya que piensa que la relación p
Es cierto que durante un tiempo he estado alejado de la vida cultural de la ciudad de Cádiz, centrado en la terminación de mi Tesis Doctoral, con un cambio de domicilio a la vecina localidad de Sanlúcar y con una pandemia de por medio. Quizás sea por eso, que el ver las cosas desde fuera te da una visión más real de lo que antes sólo veías desde dentro, con corazón y pasión, que, a veces, sobrepasaban un pensamiento más racional y elaborado. Durante años he pensado que Cádiz no tenía una marca, que además era una idea que compartía con todos los agentes culturales. Nos matábamos pensando que quizás con la imagen de Hércules, de los sarcófagos o de la silueta de una torre mirador, Cádiz tendría algo que lo identificara allá donde lo viesen, a modo del índalo de Almería. Pero, con perspectiva, tengo claro que eso más que una marca es un logo, y que Cádiz siempre ha tenido su marca, la marca Cádiz, que no hemos sabido aprovechar, la mayoría de las veces por la atomización de un