Es cierto que durante un tiempo he estado alejado de la vida cultural de la ciudad de Cádiz, centrado en la terminación de mi Tesis Doctoral, con un cambio de domicilio a la vecina localidad de Sanlúcar y con una pandemia de por medio. Quizás sea por eso, que el ver las cosas desde fuera te da una visión más real de lo que antes sólo veías desde dentro, con corazón y pasión, que, a veces, sobrepasaban un pensamiento más racional y elaborado.
Durante años he pensado que Cádiz no tenía una marca, que además era una idea que compartía con todos los agentes culturales. Nos matábamos pensando que quizás con la imagen de Hércules, de los sarcófagos o de la silueta de una torre mirador, Cádiz tendría algo que lo identificara allá donde lo viesen, a modo del índalo de Almería. Pero, con perspectiva, tengo claro que eso más que una marca es un logo, y que Cádiz siempre ha tenido su marca, la marca Cádiz, que no hemos sabido aprovechar, la mayoría de las veces por la atomización de un producto que no puede venderse por separado.
Me refiero con esto a que la marca Cádiz engloba una serie de cuestiones inseparables, que conjugan cultura y ocio, sentimientos y forma de ser, que la hacen peculiar. Estamos acostumbrandos a separar la historia en fragmentos, por poner un ejemplo, una historia que no puede ser comprendida si no se explica en su totalidad, con sus elementos históricos y etnológicos.
También hemos jugado a lo que siempre hicimos, a ir solos por la vida y por el mundo, y no nos hemos dado cuenta que nuestro entorno se une a nosotros con raíces que nos hacen compartir un pasado mucho más rico e interesante. Es hora de mirar a la provincia, de presumir de ella, desde los vinos de Jerez hasta el queso de Villaluenga, desde las cobijadas de Vejer hasta la guitarra de Paco de Lucía, y hacerlo en una lucha conjunta, para ir consiguiendo que se nos valore en su justa medida más allá del puente de la Pepa y más allá de El Cuervo o el Peaje de la autovía hacía Málaga.
Es la hora de hacerlo, porque necesitamos reinventarnos, porque nos necesitamos, porque Jerez no es sin Cádiz ni Cádiz sin Jerez, porque Algeciras no se entiende sin Tarifa, ni Tarifa sin Barbate o Vejer, porque Conil es una playa que comienza en la Victoria.
Pondremos toda la carne en el asador, para intentar seguir luchando por nuestros sueños.
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